20 de mayo.
Sólo para mis amigos.Bueno, llegó el momento de los homenajes.
El momento de llenarse la boca y decir los lugares comunes habituales. Desparramar lágrimas de tinta en diarios y largar al aire llantos y lamentaciones.
Se murió un tipo.
Y es el único momento en que los uruguayos nos sentimos bien, diciendo que el occiso era bueno y que la cultura y todo lo que ya sabemos.
Pero el muerto era amigo mío. Y esos homenajes en estos momentos me dan un poco de repugnancia.
Estuve con él varias veces en los últimos tiempos, la última vez un poquito antes que lo internaran. Se lo veía bien. Pero estaba mal. Estaba muy triste y decepcionado.
Dirigir teatro en éste país no tiene sentido- me dijo. ¿Para quién? ¿Quién te apoya? No pude ni tuve ganas de tratar de convencerlo porque no tenía ni tengo argumentos válidos.Después de todos éstos años- agregó- no puedo hacer lo que quiero.
En la Comedia Nacional estoy prohibido aparentemente, hace años que no me llaman. Y en el Ministerio de Cultura no puedo hacer nada. No me dejan. Entonces voy y firmo tarjeta.
Yo cobro trece mil pesos por mes y los asesores, que han entrado en cantidades, dieciocho. Pero eso no me importa tanto, como que yo soy un cero a la izquierda.
Nadie me consulta, nadie me encarga nada de nada.
Es la nueva cultura- terminó.
No era la primera vez que me decía esto.
Ni, probablemente, será la última que lo oiga. Aunque no de labios de él.
El muerto se llamaba Carlos Aguilera y era amigo mío.
Jorge Denevi
inicio atrás